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En algún rincón del mundo

Paris, la ciudad de la luz y del amor

Paris, la ciudad de la luz y del amor

 ¿Qué ver en París? Esta es la típica pregunta que muchos se hacen antes de visitar París, y es que más allá de la Torre Eiffel, del Sena y de los Campos Elíseos mucha gente desconocen cuales son los encantos que podrán descubrir. Lo cierto es que París sin la Torre Eiffel no sería desde luego lo mismo, pero París sin la Torre Eiffel, sin el Sena y sin los Campos Elíseos seguiría siendo una referencia mundial en lo referente al turismo, y es que su encanto no es la suma de los encantos de cada uno de sus museos y monumentos, sino que el encanto de París reside en sí mismo, en sus monumentales avenidas, en sus imponentes edificios de piedra, en sus pequeñas y románticas callecitas que nos hacen sentirnos fuera de una gran urbe moderna, en cada uno de sus típicos cafés... En definitiva, París es una ciudad única donde siempre habrá cosas que ver y disfrutar al margen de sus grandes monumentos y reclamos únicos en el mundo. 

 

  A diferencia de otras grandes ciudades europeas, París no tiene un "centro" definido alrededor del cual se expande la ciudad, más bien todo París es "centro", y esto es debido a que París no ha ido absorbiendo las pequeñas ciudades que se encontraban a sus afueras, sino que estas han mantenido su independencia administrativa pese a que el límite entre una de estas pequeñas ciudades y la gran ciudad es tan solo un paso de peatones.

El sobrenombre de "Ciudad de la Luz" se debe a que Paris fue la primera ciudad en dotar a sus calles y edificios importantes de luz eléctrica, lo que causó admiración en todo el mundo, aunque este nombre también podría deberse perfectamente a que Francia, y en concreto París, ha sido también la luz del mundo y ciudad adelantada a su tiempo como muestra el hecho de que aquí se fraguaron los derechos del hombre, y los principios de libertad, igualdad y fraternidad, principios que aún hoy no están presentes en muchos lugares del mundo.

 

  Si tuviésemos que elegir un símbolo que definiese la ciudad de París, este sería sin duda la Torre Eiffel. Una inmensa torre construida en hierro forjado que es visible desde toda la ciudad y que impresionará ya si la vemos desde el avión que nos traslada a París.

 Es la construcción más alta de París, y por razones obvias ofrece una de las mejores vistas. Su visita por supuesto es imprescindible y debe estar escrita en mayúsculas en el plan de viaje de cualquiera que quiera visitar París.

 

Coronando los Campos Elíseos en su extremo oeste se encuentra el otro gran símbolo de París, el Arco de Triunfo.

Lo cierto es que se podría decir que el Arco de Triunfo tiene la desgracia de tener que convivir con la Torre Eiffel en la misma ciudad y permanecer a su sombra, ya que no es un arco de triunfo al uso, sino un inmenso arco de 50 metros de altura y 45 de ancho al que se puede subir para contemplar una de las mejores vistas de la ciudad, a lo que también ayuda el hecho de que el Arco se asienta sobre la Place de l’Etoile, uno de los puntos más altos de París.  

De lo que sí que puede presumir es de tener más historia que la Torre Eiffel, ya que su construcción se remonta a 1806, cuando Napoleón lo mandó construir como homenaje a sus ejércitos, victoriosos allá por donde fuesen en aquella época, y prueba de ello es que en sus muros están grabadas los nombres de cientos de batallas victoriosas para los ejércitos napoleónicos. 

  Desde entonces, se ha convertido en símbolo de la identidad francesa, que cobró aún más valor cuando en 1919 se instaló a sus pies la tumba al soldado desconocido, en homenaje a las víctimas francesas de la Primera Guerra Mundial. 

 

Sin duda la avenida más famosa del mundo entero y para muchos la más bella, los Campos Elíseos son siempre un hervidero de gente, tanto parisinos como turistas que acuden atraídos por su glamour, sus cines, sus espectáculos míticos o simplemente para pasear por sus inmensas aceras.

  Para todo aquel que vaya a visitar París, pasear por los Campos Elíseos es una obligación que se convierte en placer cuando se hace, y es que la amplitud de sus aceras, lamentablemente inusuales en las grandes ciudades y más tendiendo en cuenta que hablamos de una calle de mucho tráfico, invitan a caminar tranquilamente por ellas observando los edificios que la conforman, sus grandes comercios, o a tomarse algo en cualquiera de sus terrazas.

 

De entre los numerosos atractivos turísticos, existen algunos con una magia indescriptible, lugares inolvidables con gran encanto que cuando los visitamos nos hacen sentir emociones difíciles de explicar si no es a alguien que ya las ha vivido; Montmartre es uno de estos lugares mágicos, un barrio único en el mundo de una gran belleza y con una atmósfera que no se puede encontrar en ningún otro sitio. 

Se encuentra situada al norte de París, en el distrito 18, en lo alto de una gran colina visible desde prácticamente toda la ciudad, y fácilmente distinguible por la espectacular imagen del Sagrado Corazón de París. El Barrio está formado por casas tradicionales de 2-3 pisos de altura, la mayoría convertidos en restaurantes y tiendas de recuerdos, y es que Montmartre es cita ineludible para los millones de visitantes que acuden año tras año a París. El barrio está formado por unas cuantas pequeñas calles.Sin duda el lugar más mágico y bohemio es la Place du Tertre, más conocida por los turistas como la Plaza de los Pintores de París, ya que cientos de pintores, caricaturistas y dibujantes se dan cita día tras día ofreciendo sus obras y servicios a todos los numerosos turistas que día tras día recorren esta mítica plaza parisina.

 

Los Jardines de las Tullerías son lugar obligado de paso para cualquiera que visita París, ya que se encuentran entre la Plaza de la Concordia y el Museo del Louvre, dos de los lugares imprescindibles para alguien que quiere descubrir París. Pasear por las tullerías es un ejercicio agradable contemplando sus originales jardines, las estatuas y esculturas que hay por todos lados, sean clásicas o modernistas, y disfrutando de uno de los lugares favoritos por turistas y parisinos para tomar el sol.

El Museo del Louvre es probablemente el museo más conocido del mundo, fama ganada a pulso al ser una referencia mundial en lo referente al arte.

  A diferencia de otros grandes museos como el Museo del Prado de Madrid, o el Bristish Museum de Londres, agrupa varias temáticas, sin dejar por ello de ser una gran referencia en cada una de esas materias. De este modo, es a la vez pinacoteca, museo de escultura, museo de arte "exótico" y museo arqueológico, y en sus pabellones alberga grandes obras míticas de cada una de las diferentes categorías, como por ejemplo la Gioconda  o el Código de Hammuraby.

 

Una estancia en París no puede calificarse como completa si no incluye una visita a Versalles y a su mítico Palacio, escenario de mil y una fiestas antológicas que han pasado a la historia, además de marco incomparable para la toma de importantes decisiones que han forjado la historia de Francia y de toda Europa.

  Es una ciudad de las afueras de París, situada a unos 40 kilómetros al sur-oeste de la capital francesa.

 

Si la Torre Eiffel o el Arco de Triunfo son los grandes exponentes del París Monumental, el Louvre del París cultural, y Montmartre es el reflejo de la vida bohemia parisina, entonces el Moulin Rouge sería el reflejo del París de los cabarets, de la fiesta, de las noches prohibidas…

Años han pasado desde que este cabaret viese la luz allá por 1889, si bien desde entonces su magia y su imagen de teatro de los sueños no solo no ha decrecido, sino que ha ido aumentando hasta llevarlo a la categoría de mito, y es que no hay en el mundo una discoteca, un teatro ni un local de ocio con el prestigio y la fama del Moulin Rouge.

 

 

 

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