Estrasburgo

Fundada por los romanos en el año 12 a. C., Estrasburgo (literalmente la ciudad de las carreteras) siempre ha ocupado una posición estratégica en Europa. Situada en la encrucijada de los ejes Norte-Sur y Este-Oeste, la ciudad se ha beneficiado de los intercambios mercantiles y ha favorecido la circulación de ideas. La construcción de la catedral empieza en el s. XI. Las obras se prolongarán durante dos siglos y medio y elevarán la ciudad al rango de las principales ciudades renanas y europeas. La historia de Estrasburgo se pone de manifiesto en la riqueza de su patrimonio arquitectónico, especialmente bien conservado.
Con su extraordinaria catedral, cincelada como una obra de encaje, es una de las ciudades más bonitas de Europa. Gracias a la riqueza y a la densidad de su patrimonio, el conjunto del centro histórico de la ciudad ha sido declarado patrimonio mundial de la UNESCO.
En Estrasburgo, la totalidad del centro de la ciudad, la "Gran Isla", ha sido declarado patrimonio mundial de la humanidad por la UNESCO debido a la riqueza de su patrimonio arquitectónico. Es excepcional que todo el centro de una ciudad reciba tal distinción; fue el primero en Francia, en 1988.
Estrasburgo, sin ser capital de un Estado, es a imagen de Nueva York y Ginebra sede de importantes instituciones internacionales, vocación iniciada en 1920 como sede del organismo de colaboración internacional más antiguo del mundo, la Comisión Central para la Navegación del Rin. Estrasburgo alberga al Consejo de Europa y sus 22 instituciones europeas afiliadas, es sede de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, de la comisión y del secretariado. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos tiene sede en la ciudad. Junto a ellos, es sede designada por la Unión Europea (UE) para instituciones y organismos propios, como el Parlamento Europeo y la oficina del Defensor del Pueblo Europeo.
Estrasburgo es una ciudad repleta de arte donde nos podemos encontrar…
La Catedral de Notre-Dame, maravilla del arte gótico
La catedral de Estrasburgo se considera una obra maestra absoluta del arte gótico. La primera piedra se puso en 1015 y la aguja se terminó en 1439.
Su fachada es de una riqueza ornamental fantástica. La aguja, de 142 metros de altura, es una obra maestra por su finura y elegancia. Hasta el s. XIX, la catedral fue el edificio más alto de toda la cristiandad.
En el exterior, la fachada es el mayor libro de imágenes de la Edad Media. Los centenares de esculturas que parecen desprenderse de la pared acentúan los efectos de luz y sombra. El color de la arenisca rosa cambia según la hora del día y el color del cielo. En las tardes de verano, la escenografía luminosa tiene un encanto mágico.
En el interior, la alta y esbelta nave invita al recogimiento. Las vidrieras del s. XII al s. XIV y el rosetón son una maravilla. El órgano monumental posee una destacable caja adornada con autómatas. El reloj astronómico de época renacentista y cuyo mecanismo data de 1842 es una obra maestra en sí; el desfile de los Apóstoles se puede contemplar todos los días a las 12.30 h.
La Petite France, un barrio a ras del agua
Es el barrio más pintoresco del casco antiguo de Estrasburgo. Antiguamente los pescadores, molineros, y curtidores de pieles vivían y trabajaban en este barrio construido a ras del agua.
Sus magníficas casas con entramados de madera datan de los siglos XVI y XVII. Sus tejados inclinados se abren a los desvanes donde antiguamente se secaban las pieles.
El Jardín Botánico
En el jardín, al pié de la magnífica cúpula del Observatorio, se cultivan 6.000 especies de plantas originarias de todos los continentes. Muy notables son los invernaderos que datan de la fecha de creación del jardín (1884).
En Estrasburgo la gastronomía constituye algo más que un arte de vivir, es una auténtica cultura basada en una tradición secular, constantemente renovada, que se nutre con el talento de unos grandes chefs y el dinamismo de todos los restauradores.
Choucroute, baeckeoffe, tarta flameada, spaetzle, foie gras... las especialidades tradicionales se degustan particularmente en los winstubs, unas tabernas donde reina un ambiente cálido y cordial. Estrasburgo destaca, no sólo por prestigiosas mesas merecedoras de varias estrellas, sino también por cientos de restaurantes y braserías abiertos a las nuevas tendencias y a las cocinas del mundo.
Podemos probar en cualquier restaurante al que nos dirijamos su vino caliente con sus envolventes vapores de canela y especias. O también los bretzels que son una pasta salada en forma de corazón, emblema de los panaderos desde el siglo XIV. Sus orígenes son tan lejanos como misteriosos.
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