Berlín, una de las ciudades más interesantes de Europa

Sin lugar a dudas una de las ciudades más interesantes de Europa. Bien sea por su historia, por la gente que la habita o por una mezcla de ambas, Berlín tiene mucho que ofrecer a cualquiera: al que se interese por el arte y al que se interese por la vida nocturna, al amante de la Historia y al aficionado al deporte, al que guste de la vida en la gran ciudad y al que disfrute de la tranquilidad en la naturaleza...
Durante buena parte del siglo XX Berlín fue el centro de la Historia. La atención del mundo estuvo dirigida a ella durante décadas y su propia desintegración era fiel reflejo de la Guerra Fría que dividía el mundo en dos. El convulso pasado de la ciudad se puede sentir todavía hoy en muchos de sus rincones y dejó profundas marcas en la geografía social, arquitectónica y urbana en general de la nueva Berlín.
Berlín es la ciudad de los contrastes, un lugar donde nadie se sorprende de nada y donde hay sitio para todas las tendencias y formas de pensar. Su diversidad se ve reflejada en los propios barrios que la componen, desde los más elegantes del Oeste hasta los preferidos por la juventud, los artistas y la gente más pintoresca en el Este.
Prenzlauer Berg es uno de los barrios de moda y en los últimos años es el que más crecimiento presenta gracias a la multitud de jóvenes y nuevas familias que se han trasladado a él. El ambiente juvenil se ve reflejado en la multitud de bares y cafés que allí se encuentran, al igual que en el barrio de Friedrichschain, otro de los más frecuentados por los jóvenes berlineses durante las noches del fin de semana.
En Kreuzberg, el barrio turco, no es raro oír hablar dicho idioma más que alemán. Con sus típicas tiendas de barrio y sus mercadillos es otra de las zonas más activas de la ciudad.
Pero el centro de la vida en Berlín es sin duda el barrio central de Mitte, donde se sitúan buena parte de las atracciones turísticas de la ciudad y algunas de las calles más elegantes y comerciales.
Todavía hoy se aprecian las diferencias entre los barrios más alternativos del Este y la elegancia y tranquilidad del Oeste.
A medida que uno se aleja del centro de la ciudad predominan las zonas residenciales, donde reina la tranquilidad y uno apenas percibe que esté viviendo en una de las grandes capitales de Europa. Pero incluso viviendo en el mismo centro de la ciudad, nunca se sentirá uno agobiado por la multitud o por el tráfico. A diferencia de en otras urbes europeas, en Berlín es raro encontrarse con aglomeraciones; se puede pasear tranquilamente por calles prácticamente vacías a cualquier hora del día, y ni siquiera en las horas puntas percibe uno el estrés que se respira en lugares como Madrid o Londres.
Con esa tranquilidad se puede disfrutar de todas las atracciones que hacen de Berlín una ciudad única. Un paseo por la grandiosa avenida Unter den Linden permite recorrer desde Alexanderplatz, el centro neurálgico del antiguo Berlín Este, hasta la Puerta de Brandeburgo, el símbolo por excelencia de la ciudad. Por el camino nos encontraremos con la catedral de Berlín, desde cuya cúpula se puede admirar toda la ciudad, o con la Isla de los Museos, donde el Pergamonmuseum constituye una visita obligada.
Atravesando la Puerta, ya en el antiguo Berlín Oeste, no se puede dejar de visitar el edificio del Parlamento alemán, el “Reichstag”, cuya cúpula diseñada por Norman Foster es una joya de la arquitectura moderna. No lejos de allí, y tras atravesar el imponente monumento a los judíos asesinados en Europa, se llega a la renovadísima Potsdamer Platz, donde el Sony Center constituye el único intento de convertir Berlín en una moderna capital de rascacielos.
Pero además de las visitas típicamente turísticas, existen multitud de elementos que permiten hacer un acercamiento al pasado de la ciudad. La iglesia Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, destruida durante la guerra, o la East Side Gallery, uno de los fragmentos más largos del Muro que se conservan, pueden ser un buen punto de partida. Quien quiera profundizar más puede dedicarles una visita a alguno de los museos o centros de documentación especializados que recorren toda la historia del Muro, el Berlín nazi, o la Guerra Fría, como el Centro de Documentación del Muro, el Centro de Documentación de la Stasi o el DDR-Museum.
Una visita a la ciudad no puede concluir sin antes conocer su lado más bohemio. El paradigma de esta faceta alternativa de Berlín lo constituye la antigua casa “okupa” de Tacheles, que cada año debe luchar por seguir funcionando como centro cultural ante aquellos que pretenden sustituirla por edificios modernos con un uso más comercial.
En definitiva, Berlín es una ciudad llena de Historia, rincones interesantes, actividades culturales de todo tipo y gente pintoresca.
¡Una ciudad en la que es imposible aburrirse!
Excursiones cercanas a Berlín
A apenas dos horas de Berlín, se cuenta entre las ciudades más bonitas de Alemania. A pesar de haber quedado prácticamente arrasada durante la Segunda Guerra Mundial y de haberse visto muy afectada por graves inundaciones en los últimos años, se ha llevado a cabo una labor de restauración muy exhaustiva y que permite disfrutar de su arquitectura original en todo su esplendor.
La visita puede empezar en el centro histórico, donde se pueden encontrar varias iglesias y palacios barrocos, entre los que destacan la Frauenkirche en el centro de la gran plaza del Neumarkt, y el palacio Zwinger, junto a la plaza de la ópera.
Es la ciudad más grande y capital del estado de Brandeburgo, que rodea la ciudad-estado de Berlín. Es una ciudad con más de mil años de historia, y a pesar de los daños sufridos durante la Segunda Guerra Mundial, sigue contándose entre las más bonitas del país. Se puede alcanzar desde Berlín en poco más de media hora con el transporte público de la ciudad o con un tren regional, por lo que merece la pena dedicarle una visita. Su principal atracción es el Palacio Sanssouci.
Campo de concentración de Sachsenhausen
A tan sólo media hora de Berlín se encuentra también uno de los campos de concentración que la administración nazi consideraba modélicos. Desde 1936 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial más de 200.000 personas se vieron arrastradas hasta allí por el régimen alemán. Inmediatamente después de la caída del régimen nazi, el servicio secreto soviético tomó el relevo y siguió utilizándo el campo con prácticas que vulneraban a todas luces los derechos humanos. Hoy en día se pueden visitar buena parte de sus instalaciones, además de exposiciones itinerantes que varían periódicamente. Es sin duda una visita importante para todo aquel que quiera conocer un poco más de cerca el horror que millones de personas vivieron a lo largo y ancho de toda Europa durante el siglo XX.
Spreewald
Es una zona reconocida como Reserva Mundial de la Biosfera que hará las delicias de los que disfruten de un buen paseo por la naturaleza. Desde Lübben se pueden alquilar barcas con las que descender por el río Spree entre árboles y multitud de aves acuáticas. Además de relajarse contemplando el paisaje fluvial de la zona, se pueden emprender distintos paseos hasta las localidades cercanas, y visitar, por ejemplo, el museo dedicado a los pepinillos de Spreewald, los más famosos de Alemania.
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